Artículo original publicado en Dairy Industries International. Autor: Pekka Uusitalo, responsable internacional de segmento para alimentación y bebidas en ABB Motion, motores IEC de baja tensión.
La retirada de un producto puede tener un efecto devastador para un productor de lácteos. No solo por los costes directos que le supone retirar y sustituir el producto en sí, sino también por el daño a su reputación. Mantener estrictas normas de higiene en la producción es un factor clave para evitar las retiradas de productos. Por lo tanto, es fundamental lavar con frecuencia el equipo empleado en el procesamiento de productos lácteos a fin de mantenerlo limpio y evitar la contaminación.
El problema estriba en que los motores de uso general tan utilizados en las plantas de productos lácteos para alimentar equipos como bombas, cintas transportadoras, mezcladoras y compresores, no se han diseñado para soportar desinfecciones frecuentes con agentes limpiadores cáusticos, ni para ser rociados con agua a altas temperaturas y presiones. Esto provoca la corrosión de las envolventes y es posible que se forme humedad dañina dentro de la carcasa del motor. Así, en casos extremos, tenemos constancia de motores estándar que han empezado a fallar antes de un mes de funcionamiento. En algunas aplicaciones, se puede usar un revestimiento de pintura para proteger el motor, pero la pintura puede empezar a cuartearse o desprenderse y contaminar los productos lácteos.
Una solución habitual es colocar una cubierta protectora alrededor del motor, aunque hacerlo puede generar más problemas de los que resuelve, ya que pequeñas partículas de productos lácteos pueden acumularse debajo de la cubierta y eso podría favorecer el crecimiento de bacterias, lo que supone un grave riesgo sanitario. A fin de evitar esa acumulación, hay que soltar la cubierta para limpiarla. Se trata de una operación larga que frena la producción.
En el caso de una planta de productos lácteos, una estrategia mucho más acertada es usar motores de acero inoxidable específicamente creados para el sector de alimentación y bebidas. Además de estar hechos de material higiénico, presentan un diseño liso, sin hendiduras ni huecos donde puedan acumularse restos. También soportan la desinfección con productos químicos cáusticos sin riesgo de corrosión. Asimismo, al tener una superficie brillante, la limpieza es más fácil porque la contaminación se ve claramente.
Por otro lado, es fundamental especificar el nivel correcto de protección contra la penetración de materiales. La norma IP69 es la referencia ya que confirma la protección frente a los chorros de agua a altas presiones y temperaturas desde todas las direcciones. Con motores fáciles de limpiar, se ahorra tiempo y dinero.
Según la aplicación específica en la planta de productos lácteos, un motor de acero inoxidable puede durar cinco veces más que uno de uso general y ofrecer enseguida una rentabilidad de la inversión que se traduce en mayor seguridad de los productos, mayor fiabilidad y menos costes de mantenimiento.
Acero inoxidable frente a aluminio
Los motores de acero inoxidable de ABB han sido sometidos a pruebas rigurosas en el laboratorio de higiene sito en la localidad sueca de Västerås. El régimen de pruebas reproducía las prácticas de limpieza típicas, con un ciclo de siete etapas que representaba una semana completa de procedimientos de lavado diarios.
En las pruebas se trabajó con dos motores IEC Food Safe, aptos para el contacto con alimentos. En cada etapa se utilizó detergente y desinfectante, y una vez por ciclo se aplicó una solución ácida. Así se imitaba la práctica común en la industria de usar soluciones ácidas en el lavado una vez a la semana. Se trabajó con temperaturas de hasta 55 oC y presiones de hasta 25 bar. En total, se realizaron 158 ciclos, lo que equivale a 1.106 lavados diarios, o un total de 418 horas de ensayo.
Al finalizar el programa de pruebas, los motores apenas habían sufrido alteración alguna y seguían en perfecto estado de funcionamiento. En particular, no se encontró agua, condensación ni señales de corrosión dentro de los motores. Los tres principales tapones de drenaje y juntas tóricas se mantuvieron herméticos.
Con fines comparativos, el equipo encargado de realizar los ensayos hizo la misma prueba con un motor de aluminio pintado estándar. Sin embargo, este empezó a deteriorarse enseguida y falló antes de que concluyera el periodo de prueba. La pintura de la envolvente comenzó a presentar burbujas y a descascarillarse, y el eje y otros componentes de acero sufrieron una fuerte corrosión. Los productos químicos de lavado entraron tanto en la caja de bornes como en la envolvente principal, lo que provocó cortocircuitos entre fases y tierra. Además, la placa de características de aluminio se desprendió del motor.
Estas pruebas demuestran que los motores de acero inoxidable resisten bien las condiciones de lavado, por lo que los operarios de las plantas procesadoras de productos lácteos pueden confiar en que sirvan para reducir tiempos de inactividad no programados. La combinación del material y las características de diseño de estos motores logran disminuir la probabilidad de sufrir problemas de higiene, minimizan los riesgos de contaminación y garantizan un ciclo de vida mayor en comparación con los motores de aluminio.