Las retiradas de productos de alimentación por motivos de seguridad pueden costarle a una empresa una media de 10 millones de dólares tan solo en costes directos, de acuerdo con el estudio de 2017 del Food Marketing Institute y la Grocery Manufacturers Association (GMA) de Estados Unidos. Un factor clave para evitar las retiradas de productos es mantener unas normas de higiene muy rigurosas. Por eso, es esencial lavar con frecuencia el equipo que está en las plantas de alimentación para mantenerlo limpio y evitar la contaminación.
Sin embargo, las prácticas de lavado higiénico son todo un reto en los motores de propósito general, ya que no están diseñados para ser sometidos a desinfecciones frecuentes con sustancias de limpieza cáusticas. Ni tampoco para que se les rocíe agua a altas temperaturas y presiones. Las cajas y las carcasas se corroen y el entorno húmedo puede hacer que se forme humedad en el interior. No es raro que los motores estándar acaben averiándose en menos de un mes. La solución no es protegerlos con revestimientos de pintura, porque esta se puede desconchar o levantar y contaminar los productos alimentarios.
Una solución común es colocar una cubierta alrededor del motor. Aunque es cierto que ofrece protección, puede dar más problemas de los que soluciona. Se podrían acumular partículas de alimentos debajo de la cubierta y eso podría permitir el crecimiento de bacterias, lo que supone un grave riesgo sanitario. La única forma de realizar una limpieza efectiva es quitar la cubierta, algo que requiere tiempo y paraliza la producción.
En lugar de cubrir los motores estándar, es mucho mejor utilizar motores de acero inoxidable específicamente diseñados para el sector de la alimentación y bebidas. Estos motores soportan la desinfección con productos químicos cáusticos sin riesgo de corrosión. Asimismo, al tener una superficie brillante, la limpieza es más fácil porque la contaminación se ve claramente.
También es importante asegurarse de que las superficies exteriores de estos motores sean completamente lisas. De esta forma, se evita que se depositen partículas de alimentos y crezcan microorganismos. Otro detalle es que la información nominal está grabada a láser, porque en las placas de datos también pueden depositarse contaminantes. También se debería dejar que el motor se drene automáticamente para que el líquido no se acumule en la superficie, con independencia de la forma en la que esté montado el motor.
El nivel de protección contra la penetración de materiales es vital. La norma IP69 es la referencia para los motores que se utilizan en las zonas de higiene, ya que confirma la protección contra los chorros de agua a gran potencia y alta temperatura desde todas las direcciones. Con motores fáciles de limpiar, se ahorra tiempo y dinero.
Es recomendable encapsular con epoxi los devanados del motor, ya que los protege contra la humedad, además de ayudar a dispersar el calor. Estos factores permiten aumentar la vida útil de los motores.
Por último, es importante tener en cuenta la eficiencia del motor, ya que los que son más eficientes (como NEMA Premium® o IE3), ayudan a reducir los costes energéticos y tienen temperaturas de funcionamiento inferiores que contribuyen a mejorar la fiabilidad.
Dependiendo de la aplicación, un motor de acero inoxidable puede durar hasta cinco veces más que un motor de propósito general. Por lo tanto, utilizar motores sin cubierta se convierte enseguida en algo muy rentable para las empresas de procesamiento de alimentos, ya que mejora la seguridad alimentaria, aumenta la fiabilidad y reduce los costes de mantenimiento.