Una mini-red construida por ABB ha permitido que crezcan pequeños negocios, que el centro de salud y la escuela permanezcan abiertos tras el anochecer y ha mejorado el nivel de vida de muchas personas de la aldea. Esas cuatro horas más de luz por la noche permite que los comercios permanezcan abiertos más tiempo, que los niños estudien más en la escuela y que los pacientes reciban tratamiento en el centro de salud.
Después de reunirse con las autoridades locales y la organización mundial de conservación WWF, ABB construyó una mini-red alimentada por un generador diésel. Además de instalar el generador, los cables enterrados y el equipo de baja tensión, ABB enseñó a gente de la aldea a manejar el generador. WWF proporcionó orientación sobre temas que iban desde la disminución de la deforestación hasta la atención médica y la educación ambiental.
Hasta hace unos pocos años, cuando el sol se ponía en Ngarambe, los comercios debían cerrar el resto de la jornada y las familias recurrían al queroseno y la madera para ver y para cocinar, unas opciones caras y poco saludables.
La llegada de la electricidad ha impulsado nuevos negocios. Se ha abierto una serrería movida por electricidad que proporciona empleo a treinta personas, y una prensa de girasol y sésamo que ahora puede trabajar tras la puesta del sol ha aumentado los ingresos de los pequeños agricultores.
La electricidad se vendió inicialmente a una tarifa muy subvencionada, pues eran los usuarios locales quienes decidían junto a las autoridades el precio que podían permitirse pagar. El plan era que a medida que los beneficios económicos de la disponibilidad de electricidad fueran materializándose con el paso del tiempo, los precios de la energía aumentarían en correspondencia con los ingresos, hasta alcanzar las tarifas del mercado. Todavía no se ha alcanzado ese objetivo, principalmente como consecuencia de la sequía y la recesión. Pero se ha alcanzado un evidente progreso social y económico.