Dirigir una ópera va más allá de ponerse de pie y agitar los brazos a un grupo de músicos. El rol del director requiere de compartir una visión sobre la obra musical, darle tono y forma a las voces de los distintos músicos en una sola expresión al servicio del compositor. Dirigir requiere de técnica, interpretación y carisma.
Recientemente tuve la fascinante oportunidad de preparar para su debut como director al robot humanoide de ABB conocido como YuMi, el primer robot-doble-brazo del mundo verdaderamente colaborativo. Se debut será en el Teatro Verdi de Pisa, Italia, para la gala del Primer Festival Internacional de Robótica. Trabajar para dominar la técnica estilizada de un director de orquesta humano con YuMi, seguramente ha sido una de las tareas más satisfactorias, aunque desafiantes, de toda mi carrera profesional. YuMi acompañará al tenor italiano Andrea Bocelli en un programa de Verdi con la Orquesta Filarmónica de Lucca.
La tecnología sofisticada de YuMi me sorprendió, a la vez que me reveló muchas posibilidades de realizar arte y música a través del robot. Configurar la interacción entre el codo, el antebrazo y la muñeca del robot, haciendo uso de su versatilidad en los repetidos y exigentes intentos de romper los ritmos altos y bajos (upbeats & downbeats), tuvo mucho éxito.
La presentación del robot se desarrolló en dos pasos. Primero, mis movimientos fueron capturados con un proceso llamado “conducción a través de programación” (lead-through programming), donde los dos brazos del robot son guiados para seguir mis movimientos con especial atención a los detalles; estos movimientos son registrados. El segundo paso consistió en afinar los movimientos del software RobotStudio de ABB, en el que nos aseguramos de que los movimientos se sincronizaran con la música. Por supuesto esto tomó algunos conocimientos técnicos de ABB, pero la conducción a través de programación me permitió centrarme en hacer de forma natural lo que mejor hago, darle vida a la música. Es increíble para mí que esto pudiera lograrse tan fácilmente.
Debo decir que el resultado final es increíble. Los matices gestuales de un verdadero conductor han sido reproducidos a un nivel antes impensable para mí. Pero lo hicimos: YuMi logra un nivel muy alto de fluidez con sus gestos y expresiones, al igual que una increíble suavidad en el tacto. Un magnífico paso hacia adelante, dada la rigidez de los gestos de los robots anteriores.
Por supuesto, YuMi es muy bueno cuando se trata de técnica, pero en última instancia no está dotado de sensibilidad humana. El robot usa sus brazos, pero el alma, el espíritu, siempre proviene de un ser humano. Me imagino que el robot podría servir de auxiliar, tal vez para ejecutar, en ausencia de un conductor, el primer ensayo, antes de que el director intervenga para realizar los ajustes que dan lugar a la interpretación material y artística de una obra de música.
Una vez que nos entendimos, YuMi y yo nos hicimos buenos amigos y estoy muy ansioso por observar su rendimiento durante su debut.
ABB ha inventado una forma revolucionaria de permitir que los seres humanos y los robots trabajen en estrecha proximidad, sin jaulas o cercas, para maximizar el potencial de ambos y aumentar la productividad a nuevos niveles.
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