Crear un entorno en el que el cliente no experimente ningún impacto negativo derivado del tiempo de inactividad de nuestros sistemas: esa es la función del servicio para nuestros clientes de pasta y papel.
Una parte esencial del servicio es hacer que el elemento humano sea más eficiente: llevar la información a las personas para que puedan tomar decisiones más rápidas, mejores y más precisas. Nuestro sistema de control de calidad (QCS) funciona en las fábricas cada minuto del día durante su horario de actividad, midiendo el rendimiento, la producción y la calidad antes de que ninguna bobina salga de la máquina. Los operadores dependen de la información que les proporciona, por lo que cualquier problema puede provocar rápidamente tiempos de inactividad, y nadie quiere eso.
Por supuesto, podemos reaccionar con rapidez, diagnosticar el problema y solucionarlo de inmediato. Pero el valor real para un cliente está en nuestro enfoque proactivo: analizar y predecir los fallos, aprender de los distintos centros de todo el mundo y hacer ajustes continuos para que el cliente nunca sufra pérdidas. Esto es lo que me levanta de la cama cada mañana: avisar a las fábricas de lo que está por venir y ayudarles a adelantarse a ello.